EL NOMBRE DE BUENOS AIRES
Por P. Carlos Buela, ve. 1. El acto de nominar Dios al comienzo de los tiempos dio al hombre el poder de imponerles nombres a todos los vivientes (cf. Gn 2, 19-20). En el año 1536 de nuestra era cristiana, cuando el muy magnífico señor y Adelantado don Pedro de Mendoza impuso el nombre de Santa María del Buen Aire al puerto fundado por él, no hacía más que prolongar con el gesto el señorío dado por Dios al hombre sobre la creación. El granadino, don Pedro, al bautizar dándole un título creaba una ciudad hasta aquel momento inexistente, la distingue de todas las otras, la constituye con realidad propia y singular, así permite que sea conocida y apellidada en el mundo entero, identificando a sus pobladores y arraigándolos a la misma, y la proyecta hacia el futuro con personalidad propia. 2. El nombre elegido Y eligió llamarla con el de la Virgen: El n